martes, 6 de diciembre de 2011

III DOMINGO DE ADVIENTO


Queridos hermanos en el Señor, ya muy cerca de Navidad quiero mencionar brevemente las hermosísimas Antífonas de la O. Estas antífonas son siete y la Iglesia las canta junto con el Magnificat –el cántico de la Virgen María- en el Oficio de Vísperas desde el día 17 hasta el día 23 de diciembre. Son un llamado al Mesías y nos  recuerdan las ansias con que Él era esperado por todos los pueblos ya antes de su venida. También son una manifestación del sentimiento con que todos los años la Iglesia espera el Nacimiento del Salvador. Se llaman así porque todas empiezan en latín con la exclamación «O», en castellano «Oh». También se llaman «antífonas mayores». Fueron compuestas entre los siglos VII y VIII, y se puede decir que son un magnífico compendio de la cristología más antigua de la Iglesia, y a la vez, un resumen expresivo de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento como de la Iglesia en el Nuevo Testamento. Las antífonas son unas breves oraciones dirigidas a Cristo y condensan el espíritu del Adviento y de la Navidad, la admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre; todo esto se expresa con un profundo «Oh», y con la súplica urgente: «ven». Cada antífona empieza por una exclamación «Oh», seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento pero entendido con la plenitud del Nuevo Testamento. Estas son las antífonas:

O Sapientia = sabiduría, Palabra
O Adonai = Señor poderoso
O Radix = raíz, renuevo de Jesé (padre de David)
O Clavis = llave de David, que abre y cierra
O Oriens = oriente, sol, luz
O Rex = rey de paz
O Emmanuel = Dios-con-nosotros.

Que la riquísima tradición litúrgica de la Iglesia nos ayude a prepararnos en éstos días a la venida del Salvador, que nuestro corazón esté expectante y nuestra alma encendida y lista para recibir al Redentor de la humanidad. Podemos recitar día con día éstas antífonas en el silencio de nuestro corazón y así mantenernos encendidos y preparados para el encuentro con Él P. Agustín, Párroco. 

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