lunes, 9 de enero de 2012

¡Gracias!

Hace algunos años, en 1982 para ser exacto, Juan Pablo II resumía la identidad de nosotros los sacerdotes en tres palabras: “llamados, consagrados, enviados”. Esta triple dimensión explica y determina la identidad del ya sacerdote, y perfila la del seminarista camino a las sagradas órdenes. Sí, somos –y debemos decirlo con humildad pero con buen y sano orgullo- depositarios de la salvación para los hombres, testigos de un Reino que se inicia en este mundo, pero que llegará a su perfección en el más allá.  No debemos olvidar nunca que lo que se nos pide a los sacerdotes en estos tiempos tan difíciles por los que atraviesa el mundo y la Iglesia es que demos a Jesucristo, con nuestras palabras y sobre todo con el ejemplo de nuestra fe. ¿Qué significa ser sacerdote hoy? Como siempre, ser sacerdote es aceptar el compromiso de vivir completamente al servicio de Dios, extendiendo su Reino en el mundo. Pueden cambiar las circunstancias, lo que no cambia es la elección que Cristo ha hecho de nosotros desde la eternidad. Somos los mensajeros de un anuncio que el mundo necesita. Nuestro trabajo es ante todo de orden espiritual y seremos tanto más eficaces cuanto más estemos unidos a la Vid verdadera, que es Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Escribo esto porque quiero dar las gracias a cada uno de los miembros de la comunidad parroquial por la gran cantidad de muestras de cariño y regalos en éstos días de Navidad y año nuevo. Gracias. Gracias sinceras y de todo corazón. Y una vez más les pido la ayuda de sus oraciones para que su servidor y todos los sacerdotes del mundo –especialmente los de San Antonio y Aguascalientes- renovemos el deseo de una vida santa para Gloria de Dios y bien de las almas; que los seminaristas renueven su deseo de seguir caminando, firme y decididamente hacia sacerdocio y que los jóvenes de la parroquia se animen a mirar a los ojos a Jesucristo, quien los llamará vivir la más apasionante de todas las aventuras: la de dejarlo todo para seguirlo a Él. Muchas gracias por su cariño y el gran apoyo que le brindan a su párroco, el P. Agustín

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