Albricias, Señora,
reina soberana,
que ha llegado el logro
de vuestra esperanza.
Albricias, que tienen
término las ansias
que os causa la ausencia
del Hijo que os ama.
Albricias, que al cielo
para siempre os llama
el que en cielo y tierra
os llenó de gracia.
¡Dichosa la muerte
que tal vida os causa!
¡Dichosa la suerte
final de quien ama!
¡Oh quién os siguiera
con veloces alas!
¡Quién entre tus manos
la gloria alcanzara!
Para que seamos
dignos de tu casa,
hágase en nosotros
también su palabra. Amén.
■ De la Liturgia de las Horas
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