martes, 28 de mayo de 2013

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor (2013)


Queridos hermanos en el Señor, vamos a celebrar la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, y con mucha alegría nos unimos en espíritu a la adoración eucarística en la basílica de San Pedro bajo el lema Un solo señor, una sola fe, elegido por nuestro santo padre el Papa Francisco. Desde las Islas Cook a Reikiavik, pasando por Chile, Burkina Faso, Taiwan, Iraq, Bangladesh, Estados Unidos o Filipinas unamos nuestras mentes y nuestro corazón y oremos juntos por las intenciones propuestas por el Papa. La primera intención es por la Iglesia, extendida en todo el mundo y hoy en señal de unidad recogida en la adoración de la Santísima Eucaristía. Que el Señor la haga cada vez más obediente a la escucha de su Palabra para presentarse ante el mundo siempre “mas hermosa, sin mancha, ni arruga, sino santa e inmaculada. Que a través de su fiel anuncio, la Palabra que salva resuene aún como portadora de misericordia y haga que el amor se redoble para dar un sentido pleno al dolor y al sufrimiento, devolviendo alegría y serenidad. La segunda intención del Papa Francisco es por aquellos que en los diversos lugares del mundo viven el sufrimiento de nuevas esclavitudes y son víctimas de la guerra, de la trata de personas, del narcotráfico y del trabajo esclavo; por los niños y las mujeres que padecen todas las formas de la violencia ¡Que su grito silencioso de ayuda encuentre a la Iglesia vigilante para que, teniendo la mirada puesta en Cristo crucificado no se olvide de tantos hermanos y hermanas dejados a merced de la violencia! Como comunidad parroquial oremos juntos por todos aquellos que, además, se encuentran en la precariedad económica, sobre todo los desempleados, los ancianos, los inmigrantes, los que carecen de hogar, los presos y cuantos experimentan la marginación. ¡Que la oración de la Iglesia y su cercanía activa les de consuelo y ayuda en la esperanza y fuerza y audacia en la defensa de la dignidad de la persona! Pero sobre todo demos gracias porque en Su inmenso amor el Señor quiso quedarse para siempre con nosotros en la Eucaristía P. Agustín, párroco. 

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