Queridos hermanos en el Señor, durante la celebración de la Santa Misa, después
de la consagración, el sacerdote pronuncia las hermosísimas palabras: Mysterium fidei, ¡Este es el Sacramento
de nuestra Fe! Son palabras entrañables que se refieren obviamente a la
Eucaristía, sin embargo conciernen también al sacerdocio ministerial, y es que
no hay Eucaristía sin sacerdocio, como no hay sacerdocio sin Eucaristía. A la exclamación
del celebrante los fieles responden todos juntos: "Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús''. Participando en el Sacrificio
eucarístico los fieles se convierten en testigos
de Cristo Jesús crucificado y resucitado, comprometiéndose a vivir su
triple misión -sacerdotal, profética y real- de la que están investidos desde
el Bautismo. El sacerdote, como administrador de los ''misterios de Dios",
está al servicio del sacerdocio común de los fieles. Es él quien, anunciando la
Palabra y celebrando los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la
Confesión, hace cada vez más consciente a todo el Pueblo de Dios su participación
en el sacerdocio de Cristo, y al mismo tiempo lo mueve a realizarla plenamente.
En la santa Misa todos estamos invitados a darnos cuenta de la particular
importancia existencial de este anuncio, con referencia al misterio de Cristo,
de la Eucaristía y del Sacerdocio. Hoy, el Domingo
del Buen Pastor de éste año 2012, es un buen momento para agradecer a Dios
que haya dejado entre nosotros el sacerdocio ministerial para gloria Suya y
para servicio de la comunidad. Y es también un buen y oportuno momento para
pedir que más jóvenes entreguen su vida a Dios en el sacerdocio ministerial. Podemos
hacerlo con ésa oración tan entrañable y tan bonita que todos aprendimos: Oh, Jesús, Pastor eterno de las almas,
dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada. Señor
necesitamos mayor número de sacerdotes; santifica más y más a nuestros
sacerdotes. Te lo pedimos por la Inmaculada Virgen María de Guadalupe, tu dulce
y Santa Madre. Oh Jesús danos sacerdotes según tu corazón ■ P. Agustín, párroco.
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