Queridos hermanos en el Señor, nos
enseña la Sagrada Escritura que hay un
tiempo para cada cosa: un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa bajo el
sol: Un tiempo par nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un
tiempo para arrancar lo plantado; un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un
tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; un tiempo
para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas. Para un servidor, llega
el momento de obedecer la voz del Arzobispo que me pide mi presencia y mi
trabajo en otro encargo pastoral.
A partir del primero de Julio de éste año, St. Vincent de Paul, nuestra
querida parroquia, tendrá otro párroco, y sin duda alguna será uno muy bueno y
sabrá guiar y querer a la comunidad parroquial. Hoy, al hacer oficial el
anuncio de éste cambio, tomo prestadas la actitud y las palabras de su Santidad
el Papa emérito Benedicto XVI en los días posteriores al anuncio de su marcha:
«Queridos amigos, Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, también y sobre
todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la
única visión verdadera del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro
corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, esté siempre la gozosa certeza
de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, está cerca de nosotros y
nos cubre con su amor». Después de pensarlo mucho, he decidido dar ésta noticia
por escrito, y no durante la celebración de la Eucaristía pues tengo la firme
convicción de que la Misa es del Señor y para el Señor (“The Mass is about Jesus, not about me”, la idea es del Cardenal
Dolan, y me gustó mucho desde el momento en el que la escuché por primera vez).
Con éstas sencillas líneas quiero despedirme de cada uno de ustedes y decirles
que siempre llevaré a St. Vincent de Paul Catholic en mi corazón porque fue en
ésta comunidad parroquial donde aprendí a ser párroco, mientras recibí mucho
cariño y mucho apoyo. El sacerdote que se va no es importante, el sacerdote que
llega tampoco es importante, importante es el Señor que permanece para siempre
y que da sentido y vida a todo, a Él todo el honor y toda la gloria por los
siglos de los siglos. Amen ■
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