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Unos pocos días antes de Navidad
se encontraban a las afueras de la ciudad cuatro inquietas niñas, sus familias
carecían de recursos económicos y por tanto vestían con ropa muy pobre, pero en
medio de aquel espíritu navideño, Laura, una de ellas, se preguntó en voz alta
que era para ella la Navidad, a lo que Marisol respondió: “Para mi la Navidad;
son muchos deliciosos dulces, galletas, pasteles, helados, comida, carne,
pollo…verduras, frutas…” “No, no, no”, replicó Elena “para mi la navidad son
regalos, muchos regalos, ¿se imaginan?...muchos juguetes, ropa nueva para
vestirnos y protegernos del frío, libros para iluminar, colores y muchas otras
cosas lindas…” Y mientras su imaginación corría, Lucía, quien aún no había
dicho lo que para ella sería, se quedó pensativa y finalmente les dijo a sus
amigas: “Para mi la Navidad, es el amor a nuestros semejantes, es poder
despertar de nuevo y saber que tu familia esta contigo, que podemos correr y
jugar porque estamos sanas, compartir lo que tenemos porque nada es mucho ni
poco, sembrar la amistad como la que nosotros tenemos, sentir que Dios siempre
camina a nuestro lado...” Tras esta última reflexión, las niñas comprendieron
que ellas no tenían mucho menos que las demás personas y se sintieron
satisfechas de saber que la Navidad con su bello espíritu, es algo que debe
llevarse en el corazón y puede vivirse a diario ■ P. Agustín, Párroco.
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