Queridos hermanos, continuamos hablando del tema de la educación de la libertad. Respetar
a los hijos no significa dar por válido todo lo que ellos piensen o hagan. Los papás
deben dialogar sobre lo bueno y lo mejor y muchas veces deberán corregir con
energía. El amor de un padre por su hijo desea el bien del hijo, desea que el hijo
dé lo mejor de sí, que alcance la felicidad. Una conducta correcta en los hijos
suele ser resultado de muchas correcciones, y éstas serán más eficaces si se
administran con sentido positivo, poniendo sobre todo de relieve lo que se
puede mejorar en el futuro; y deben hacerse con cariño. Por otro lado, los
papás deben educar en un clima de confianza. La confianza nos mueve a obrar; nos
paraliza, en cambio, sentir que desconfían de nosotros. Confiar significa tener
fe, dar crédito a alguien. La confianza que se da al otro suele provocar un
doble efecto: de manera inmediata, un sentimiento de gratitud, porque se sabe
beneficiado por un don; además, la confianza favorece el sentido de
responsabilidad. Quien me pide algo importante espera que se lo dé, porque ya
confía en que puedo dárselo: tiene de mí un concepto elevado. Si esa persona se
fía de mí, me siento movido a satisfacer sus expectativas, a responder de mis
actos. Confiar en alguien es un modo muy profundo de encomendarle algo. Gran
parte de lo que pueden hacer los papás depende de cuánto han sabido suscitar
esta actitud en sus hijos; por eso insistimos en que los padres han de ganarse
la confianza de sus hijos, dándosela ellos primero. A ciertas edades tempranas,
conviene estimular el uso de su libertad; por ejemplo, han de pedirles cosas, y
dar explicaciones sobre lo bueno y lo malo. Pero esto carecería de significado
si faltara la confianza. La confianza se da, se logra, se genera; no se puede
imponer, ni exigir. Los papás se hacen digno de confianza por su ejemplo de
integridad, dando buen ejemplo a los hijos, así poco a poco se adquiere la autoridad moral necesaria para educar
la libertad. Seguiremos hablando de esto. Este domingo podemos pensar cómo
mejorar el ambiente de confianza y libertad en la familia ■ P. Agustín
No hay comentarios:
Publicar un comentario