Mis queridos hermanos en el Señor, con la llegada de la fiesta de Halloween muchas preguntas vienen a nuestra mente: ¿Cómo dar a los niños una enseñanza auténtica de la fe católica en estas fechas? ¿Cómo hacer que se diviertan de manera verdaderamente cristiana? ¿Qué podemos enseñarles a los niños sobre esta fiesta? Ante la realidad que inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo… ¿debemos taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia a esta celebración? ¿Debemos prohibirles a nuestros hijos participar en el Halloween mientras que sus vecinos y amigos lo hacen? La respuesta no es sencilla, sin embargo creemos que sí hay algunas cosas que podemos hacer. Lo primero es organizar una catequesis con los niños en los días anteriores al Halloween, con el objeto de enseñarles el por qué de la festividad católica de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, haciéndoles ver la importancia de celebrar nuestros Santos, como modelos de la fe, como verdaderos seguidores de Cristo. Es buena idea que los niños inviten a sus amigos, para que cada vez más niños aprendan las tradiciones cristianas. Debemos explicarles de manera sencilla y clara pero firme lo negativo que hay en el Halloween. Es necesario explicarles que Dios quiere que seamos buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas ni con monstruos, pues nosotros somos hijos de Dios y estamos llamados a la luz, nunca a la oscuridad. Otra idea muy buena y saludable es poner en casa éstos días un altar de muertos como se hace en México desde hace muchos años. Con ése altar lo que se busca es recodar a los difuntos y orar por ellos para que estén gozando de la presencia de Dios. Aquí en la parroquia tenemos uno puesto, los invitamos a que se detengan un momento delante de él y les expliquen a los niños qué significa. Hay, pues, mucho qué hacer en éstos días, y mucho qué enseñar a los más pequeños. Que la Santísima Virgen, auxilio de los cristianos, ponga en nuestras mentes las palabras adecuadas para saber transmitir tradiciones auténticamente católicas. ■ P. Agustín. Párroco.
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