viernes, 4 de marzo de 2011

La belleza de la Liturgia (2)

Queridos Hermanos en el Señor, En un modo maravilloso, la participación en la Santa Misa, el encuentro con Cristo Glorioso y Resucitado en el Sacrificio Eucarístico, abre nuestros ojos para que podamos conocernos a nosotros mismos y a nuestro prójimo por los frutos que da nuestra vida diaria; y, por la Gracia de Dios podemos alejar de nosotros el pecado y abrazar la obediencia de la fe con sus frutos de amor y de Vida Eterna. La Sagrada Liturgia y, sobre todo, el Santo Sacrificio de la Misa, es la fuente y cumbre de nuestra vida en Cristo. En la santidad de Cristo, que encontramos en la acción de la Santa Misa, recibimos la inspiración y la fuerza para ser santos en cada aspecto de nuestras vidas, así como Él es santo. De modo particular, comprendemos la relación esencial de la confesión de nuestros pecados y la recepción de la absolución en el Sacramento de la Penitencia con nuestra participación plena en la Santa Misa. Uniendo nuestros corazones al Corazón de Jesús en Su Sacrificio Eucarístico, comprendemos el realismo de Su mandamiento con respecto a nuestra vida cotidiana: “Por lo tanto, sed perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”[1]. La participación en la celebración de la Santa Misa abre nuestras mentes y corazones para reconocer el gran Misterio de la Fe, hecho presente en cada celebración de la Santa Misa. Nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI desea  que tengamos todos una mayor santidad de vida entre los fieles, y con el objetivo de atraer a Cristo a aquellos que aún no creen en Él. La gloriosa presencia de Cristo con nosotros en la Iglesia aparece más plenamente en la Sagrada Liturgia y, sobre todo, en el Santo Sacrificio de la Misa. Oremos, de modo especial, para que nuestra participación en la Santa Misa de hoy profundice nuestro maravillarnos ante la incomparable belleza del Amor de Dios para con nosotros en Jesucristo, expresada del modo más pleno en la Sagrada Liturgia P. Agustín, Párroco.



[1] Mt 5,48

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