Los católicos determinamos año con año la fecha de Pascua por observar los movimientos de la luna y el cambio de las estaciones. Nuestro calendario moderno se llama Calendario Gregoriano en honor al Papa Gregorio VIII quien lo introdujo en 1562. Al principio pocas naciones lo adoptaron, pero hoy es la norma para el mundo entero. Para desarrollar el calendario, el Papa Gregorio empleo los mejores científicos y astrónomos de su día. (El Vaticano mismo tiene uno de los observatorios astronómicos mas antiguos y más prestigiosos del mundo, por cierto). En todo esto la Iglesia tiene una preocupación practica y sencilla de entender: fijar la fecha correcta para las fiestas mayores. En éstos primeros días del año la Iglesia quiere proclamar las fechas importantes para el año, especialmente Semana Santa, Cuaresma, Miércoles de Ceniza y Pentecostés. Este Domingo, juntos demos gracias por la alegría con la que recientemente hemos encontrado al Niño con María, su Madre, y por la alegría que se nos regala en la celebración de la Eucaristía ■ Fr. Agustín.
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ueridos hermanos: La gloria del Señor ha brillado sobre nosotros, y estará entre nosotros, hasta el día de su retorno. Por los ritmos de tiempos y estaciones, celebremos los misterios de salvación. La culminación del año litúrgico, el Triduo Pascual del Señor: su última cena, su crucifixión, su sepultura y su resurrección, se celebrará entre la noche del veintiuno de abril hasta la noche del día veinticuatro de abril, Domingo de Pascua de Resurrección. Desde Pascua de Resurrección, calculamos los días santos que observamos. El miércoles de ceniza, comienzo de la Cuaresma, caerá el nueve de marzo. La Ascensión del Señor se conmemora el cinco de junio. Pentecostés, la conclusión alegre del tiempo pascual, se celebrará el doce de junio. Y este año el Primer Domingo de Adviento será el veintisiete de noviembre. De igual forma, la Iglesia peregrina proclama la Pascua de Cristo en las festividades de la Santísima Virgen María, en las fiestas de los Apóstoles y Santos, y en la conmemoración de los fieles difuntos. A Jesucristo, que era, que es y que vendrá, Señor de tiempo e historia, sea alabanza eterna por los siglos de los siglos. Amen!
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