miércoles, 22 de septiembre de 2010

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario (C)

Mis queridos hermanos en el Señor, ésta vez quiero hablar brevemente sobre un grupo importante en nuestra parroquia: El Consejo Parroquial de Pastoral, que es el grupo de personas que me asesoran en mi tarea como párroco y expresan, actualizan y concretan los rasgos característicos de la Iglesia, que es un misterio de unidad, comunión y misión. Las personas que colaboran conmigo en el Consejo de Pastoral me ayudan a organizar la misión de evangelizar que el Sr. Arzobispo me encomendó al ponerme al frente de ésta comunidad parroquial. El Consejo Parroquial de Pastoral es también un medio de expresión, de consulta, de estudio, de exposición de las necesidades de la parroquia y de concreciones que permite establecer propuestas y acuerdos que ayuden a nuestra parroquia en su diario caminar. Hoy por hoy el Consejo Parroquial de Pastoral me está ayudando a organizar el evento en el que daremos públicamente las gracias a las personas que colaboran en nuestra parroquia. También me ayuda a elaborar nuestra página web que ya muy pronto estará funcionando. Tiene también como tarea el ayudarme a pensar cómo implementaremos los cambios que la Conferencia Episcopal Norteamericana tiene pensado hacer próximamente con la nueva edición del Misal Romano (en su edición en inglés; en la misa en español los cambios –pocos- se harán más adelante). En fin, el Consejo Parroquial de Pastoral es un órgano importante en el gobierno de la parroquia.  Si alguno de ustedes tiene alguna inquietud o sugerencia o idea que pueda ayudar a que mejoremos como comunidad parroquial, no duden en comunicárselo o bien a un servidor o a alguno de los miembros del Consejo Parroquial de Pastoral. Junto a la puerta de entrada hay una foto con sus nombres. Varios de ellos (el Dr. Miguel Bedolla, Ed García, Elizabeth Hernández, Ross Hernández) hablan español y estarán dispuestos a traer hasta nuestras reuniones mensuales aquello que ustedes desean comunicarnos). Como párroco hoy más que nunca les pido su oración por éste grupo tan importante de nuestra parroquia. La simpática ilustración de éstas líneas nos puede ayudar a comprender que sin la ayuda de Dios –que alcanzamos a través de la oración confiada al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo- hace mucho que habríamos hundido la barca de Pedro, esa barca maravillosa que nos va llevando a todos hasta la vida eterna Fr. Agustín, Párroco.

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