miércoles, 29 de septiembre de 2010

Octubre: mes del Rosario y de oración por el respeto a la vida.


Queridos hermanos y hermanas, el mes de Octubre lo dedica la Iglesia Católica de los Estados Unidos a orar de una manera especia por la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, por eso quiero dedicar todos los Pastor’s Bench de éste mes a éste importante tema, comenzando por la Eutanasia.

La vida humana es el fundamento de todos los bienes, la fuente y condición necesaria de toda actividad humana y de toda convivencia social. Si la mayor parte de los hombres creen que la vida tiene un carácter sagrado, los creyentes vemos a la vez en ella un don del amor de Dios, don que hemos de conservar y hacer fructificar. De esta última consideración brotan las siguientes consecuencias: 1. Nadie puede atentar contra la vida de un hombre inocente sin oponerse al amor de Dios hacia él, sin violar un derecho fundamental, irrenunciable e inalienable, sin cometer, por ello, un crimen de extrema gravedad. 2. Todo hombre tiene el deber de conformar su vida con el designio de Dios. La vida le ha sido encomendada como un bien que debe dar sus frutos ya aquí en la tierra pero que encuentra su plena perfección solamente en la vida eterna. 3. La muerte voluntaria o sea el suicidio es, por consiguiente, tan inaceptable como el homicidio; semejante acción constituye en efecto, por parte del hombre, el rechazo de la soberanía de Dios y de su designio de amor. Además, el suicidio es a menudo un rechazo del amor hacia sí mismo, una negación de la natural aspiración a la vida, una renuncia frente a los deberes de justicia y caridad hacia el prójimo. El Catecismo de la Iglesia Catolica nos enseña: “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente reprobable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de proscribir y excluir siempre”[1].

Como cristianos tenemos la obligación de ayudar a bien morir a nuestros hermanos, a procurarles los auxilios necesarios con paciencia y caridad, a llevarles un sacerdote para que se pongan en paz con Dios a través de la Confesón y la Unción de los enfermos. Debemos también hablarles a los niños con naturalidad de la muerte –la hermana muerte, como solía decir San Francisco de Asís- para que se vayan preparando durante el camino de la vida. Entre todos hemos de construir una cultura de la vida. Éste mes de Octubre –mes dedicado también a la Virgen del Rosario- es una buena oportunidad. Remos juntos por ésta intención P. Agustin, Párroco.


[1] n. 2277

October: Respect Life Month

My brothers and sisters in Christ, the entire month of October is nationally recognized by US Catholics as Respect Life Month. I would like to dedicate all the Pastor’s bench of this month to promote the Culture of Life. First I would like to speak about Euthanasia or “mercy killing” which is an unethical attempt to unnaturally terminate the life of an individual or hasten the onset of death in order to prevent that person from experiencing suffering and hardship. Sometimes euthanasia is advocated as a way to terminate the suffering of a severely depressed person or a person who has grown weary of the hardships of life. Primarily, however, euthanasia is viewed as a means to an end to terminate the sufferings of terminally ill or chronically ill patients. Advocates of euthanasia fail to understand or appreciate the redemptive role of suffering in the individual. Christ desires for us to participate in his Passion, and thus suffering within the Body of Christ has a redemptive role. Because baptized Christians are part of the mystical Body of Christ, Jesus Christ asks his members to participate in the suffering of his Passion. St. Paul firmly evinces this doctrine, Who now rejoice in my sufferings for you, and fill up those things that are wanting of the sufferings of Christ, in my flesh, for his body, which is the church.[1] This does not mean that Christ’s redemption is lacking or not enough for the redemption of the world. It only means that we are chosen to offer up our sufferings for the expiation of the temporal punishment deserved by our sin and the free participation in the life of Christ. Nor does it mean that Catholics go out of their way to look for suffering and hardship. Suffering, in itself, is a result of sin and evil manifested by the fall of mankind. Such acts as fasting, prayer and the offering of hardships to the Lord are beneficial. However, purposeful undue suffering and pain can in fact be a sin. In fact, the Church does attempt to correct and alleviate the temporal suffering of mankind (such as natural disaster victims, the hungry, etc.) A good Christian will accept the hardships of life that can not be alleviated. With good Christian humility and charity a suffering person will offer their suffering for the Body of Christ and its head, Jesus Christ. For these reasons, the Church has forbidden the use of euthanasia.  Whatever its motives and means, direct euthanasia consists in putting an end to the lives of handicapped, sick, or dying persons. It is morally unacceptable. Thus an act or omission which, of itself or by intention, causes the death in order to eliminate suffering constitutes a murder gravely contrary to the dignity of the human person and to the respect due to the living God, his creator[2]. These are the teachings of the Catholic Church which we ought to believe because she is the pillar and foundation of truth[3].  Help me, I beg you, to pray for life during this month Fr. Agustin, Pastor.


[1] Colossians 1:24
[2] CCC 2277-2278
[3] 1 Timothy 3:15

martes, 28 de septiembre de 2010

Feria de Ministerios Parroquiales 2010



Queridos hermanos y hermanas, San Pablo nos recuerda que hay variedad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios que hace todas las cosas en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común[1].

Estamos preparando aquí en la parroquia un evento llamado Ministry Fair, es decir, una feria de ministerios que busca generar conciencia, entusiasmo y participación entre los feligreses para aumentar el ministerio parroquial. Se trata de evento que anuncia que TODOS somos necesarios para mantener nuestra comunidad parroquial viva y vibrante. Ésta Ministry Fair que ya viene, es una buen manera para que los feligreses tengan información acerca de los distintos ministerios, comités, organizaciones y oportunidades educativas que están disponibles dentro de la comunidad parroquial. Nuestra Ministry Fair servirá también para enseñar a los feligreses la importancia del servicio a la parroquia y para mejorar en su relación con el Señor. Este evento festivo permite hacer preguntas, discernir dones y talentos, y aprender cómo se pueden compartir los dones en un ministerio de la parroquia en particular. Para aquellos que ya participan en el ministerio es la oportunidad de volver a comprometer su tiempo y talento en la parroquia y en la misión que todos tenemos de ayudar a construir el Reino de Dios en la tierra. La Ministry Fair ayuda también a conocer más de cerca y con más profundidad el llamado bautismal a ser discípulos del Señor y miembros de la iglesia católica y la parroquia.  Mi oración estos días es para que todos participen en este evento. Más información estará disponible en las próximas semanas. Con la bendición para cada uno, Fr. Agustín, Párroco. 



[1] 1 Cor, 4-7

Ministry Fair 2010



My dear brothers and sisters, As St. Paul has reminded us, now, there are a variety of gifts, but the same Spirit; and there are varieties of services, but the same Lord; and there are varieties of activities, but it is the same God who activates all of them in everyone. To each is given the manifestation of the Spirit for the common good[1].

A Time and Talent Ministry Fair is coming! We are planning this event held to generate awareness, enthusiasm, and involvement among parishioners, ultimately increasing parish ministry. It is an annual celebration of the work of the Church, a special event that recognizes the importance of all volunteer efforts.

The Ministry Fair is a wonderful way for parishioners to meet and gather information about the various ministries, committees, organizations, and educational opportunities that are available within the parish community. Each ministry is showcased through the use of a display at a table or booth. The Fair serves to educate parishioners about stewardship while also helping them grow in their relationship with the Lord. This festive event allows parishioners to ask questions, discern their many gifts and talents, and learn how they can share their gifts within a particular parish ministry. For those already involved in ministry, parishioners are afforded an opportunity to recommit their time and talent in order to carry out the parish’s mission statement and help build the Kingdom of God on earth. A Ministry Fair also encourages the practice of stewardship of time and talent by fostering a deeper realization about our Baptismal call to be followers and disciples of Jesus Christ and member of the Catholic Church and the parish. My prayer is that you all participate in this event. More information will be available in the next weeks.  

Peace and blessings¡
Fr. Agustin, Pastor. 



[1] 1 Corinthians: 4-7

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Twenty-Six Sunday in Ordinary Time



My brothers and sisters, today I would like to speak briefly about the Parish Pastoral Council which is a recommended structure within the church concerned with the pastoral activities of parish life.  It is made up of a representative body of the faithful and must include the parish priest.  The Parish Pastoral Council shares the responsibility for building the parish into a vibrant Christian community that promotes Gospel values of love, justice and peace. It is a consultative body of leaders who actively seek the inspiration of the Holy Spirit and are guided by the teachings, laws and recommendations of the universal church and the local diocesan church. In essence, the Parish Pastoral Council, which is like a tree, is concerned with fulfilling the mission of the Christ in the local community and attending to all that affects the faith life of that community. The right and duty of all the laity to share the responsibility for the leadership of the parish finds its roots in the grace of baptism.  Through the sacrament of baptism we become members of the living body of Christ and are given gifts by the Holy Spirit for the benefit of all.  Every baptized person has a share in the life of the mystical body of Christ and is called to play an active part in carrying out the mission of Christ on earth. The entire baptized community shares in the priestly, prophetic and leadership mission of Christ and together, whether cleric or lay, they form the communion which is the church. Lay people are co-workers in Christ Jesus with ordained ministers. St Paul, writing to the church in Rome tells us that we are like one body with many different parts; each part of the body has its own proper function and each part contributes to the well being of the whole.  This Pauline image of the Church avoids the concept of uniformity, for diversity does arise, diversity of role not of membership. Because of our baptism a layperson is as much a member of the body of Christ as the Pope. The diversity of roles and functions needs to be understood and respected. Having respect for the diversity of experience, gifts, competence and hierarchic leadership strengthens the bonds of fellowship and enables the Parish Pastoral Council to work together in harmony. A parish is not an isolated unit but is part of a diocesan church, “in which the one, holy catholic and apostolic church of Christ is truly present and operative”. Today I invite you to take a glance at the picture located at the main entrance and see the names and faces of the members of our Parish Pastoral Council Fr. Agustin, Pastor.

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario (C)

Mis queridos hermanos en el Señor, ésta vez quiero hablar brevemente sobre un grupo importante en nuestra parroquia: El Consejo Parroquial de Pastoral, que es el grupo de personas que me asesoran en mi tarea como párroco y expresan, actualizan y concretan los rasgos característicos de la Iglesia, que es un misterio de unidad, comunión y misión. Las personas que colaboran conmigo en el Consejo de Pastoral me ayudan a organizar la misión de evangelizar que el Sr. Arzobispo me encomendó al ponerme al frente de ésta comunidad parroquial. El Consejo Parroquial de Pastoral es también un medio de expresión, de consulta, de estudio, de exposición de las necesidades de la parroquia y de concreciones que permite establecer propuestas y acuerdos que ayuden a nuestra parroquia en su diario caminar. Hoy por hoy el Consejo Parroquial de Pastoral me está ayudando a organizar el evento en el que daremos públicamente las gracias a las personas que colaboran en nuestra parroquia. También me ayuda a elaborar nuestra página web que ya muy pronto estará funcionando. Tiene también como tarea el ayudarme a pensar cómo implementaremos los cambios que la Conferencia Episcopal Norteamericana tiene pensado hacer próximamente con la nueva edición del Misal Romano (en su edición en inglés; en la misa en español los cambios –pocos- se harán más adelante). En fin, el Consejo Parroquial de Pastoral es un órgano importante en el gobierno de la parroquia.  Si alguno de ustedes tiene alguna inquietud o sugerencia o idea que pueda ayudar a que mejoremos como comunidad parroquial, no duden en comunicárselo o bien a un servidor o a alguno de los miembros del Consejo Parroquial de Pastoral. Junto a la puerta de entrada hay una foto con sus nombres. Varios de ellos (el Dr. Miguel Bedolla, Ed García, Elizabeth Hernández, Ross Hernández) hablan español y estarán dispuestos a traer hasta nuestras reuniones mensuales aquello que ustedes desean comunicarnos). Como párroco hoy más que nunca les pido su oración por éste grupo tan importante de nuestra parroquia. La simpática ilustración de éstas líneas nos puede ayudar a comprender que sin la ayuda de Dios –que alcanzamos a través de la oración confiada al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo- hace mucho que habríamos hundido la barca de Pedro, esa barca maravillosa que nos va llevando a todos hasta la vida eterna Fr. Agustín, Párroco.

lunes, 13 de septiembre de 2010

The Church and the internet



My brothers and sisters in Christ, the world of digital communication, with its almost limitless expressive capacity, makes us appreciate all the more St. Paul's exclamation: Woe to me if I do not preach the Gospel[1]. The Holy Father said that we priests are challenged to proclaim the Gospel by employing the latest generation of audiovisual resources (images, videos, animated features, blogs, Web sites), which, alongside traditional means, can open up broad new vistas for dialogue, evangelization and catechesis. The Church's role is not simply to fill up space on the Web, however the Church's online presence is certainly not new. The Holy See has had its own website in place for fourteen years[2] and a year ago it created Pope2You[3], a new site with interactive features such as a Facebook application that allows users to send e-postcards with the Pope's picture and message to their friends, and the possibility of downloading the Pope's speeches and messages to iPhones or iPods. The Vatican also has its own YouTube channel, available in a number of languages, which is updated daily with news[4]. In his beautiful message for the Roman Catholic Church's 44th World Communication Day, Pope Benedict encouraged us to engage with peoples from other religions and cultures: "A pastoral presence in the world of digital communications, precisely because it brings us into contact with the followers of other religions, non-believers and people of every culture, requires sensitivity to those who do not believe, the disheartened and those who have a deep, unarticulated desire for enduring truth and the absolute [...] Can we not see the web as also offering a space for those who have not yet come to know God?". In our parish the Pastor and the members of the Pastoral Council are working already preparing a website. Following the Social Media guidelines of the United Conference of Catholic Bishops and the guidelines of the Archdiocese of San Antonio a new one will be ready soon. For the time being I would like to let you know that you can read every week The Pastors Bench online: http://thepastorsbench.blogspot.com The duty of Christians to take part in the life of the Church impels them to act as witnesses of the Gospel and of the obligations that flow from it. This witness is a transmission of the faith in words and deeds.  Let us use the mass media, let us spread the gospel of Christ and let us promote a culture of respect for the dignity and value of the human person[5] Fr. Agustin, Pastor.


[1] 1 Corinthians 9:16
[5] Catechism of the Catholic Church n. 2472

La Iglesia y el Internet

No hace mucho tiempo el Papa Benedicto XVI nos dio un nuevo mandamiento a sus sacerdotes: que intentemos hacernos oír en el mundo a través de Internet y los medios más recientes de comunicación electrónica. El Papa, cuya presencia en la Internet ha aumentado sustancialmente en los últimos años, nos animó a los sacerdotes a que usemos las nuevas tecnologías para predicar el Evangelio y dialogar con personas de otras religiones y culturas. Los medios de comunicación –en palabras del sucesor de Pedro- son un regalo para la humanidad cuando son empleados para cultivar amistades y el entendimiento. La Santa Sede, que tiene su propia página web[1], el año pasado abrió un canal en YouTube[2] y un portal dedicado al Papa: Pope2You[3] que da noticias sobre los viajes y discursos del pontífice y cuenta con una aplicación en Facebook que permite a los usuarios enviar postales con fotos de Benedicto XVI y extractos de sus mensajes. De la misma manera que los sacerdotes debemos hacer buen uso de los medios de comunicación así también los laicos –hombres y mujeres- deben valerse de la nueva tecnología para llevar el Evangelio a todos los rincones de la tierra. Vienen a la memoria aquellos pescadores que dejaron las redes a la orilla del lago de Galilea para seguir a Jesús[4]: dejaron ésas redes de peces para entregarse más de lleno a la pesca de personas. Ahora las redes tendrían otra función más humana y cercana al proyecto de Dios; los mares son otros, las personas son distintas. Es el mismo Jesús quien animó a aquellos desanimados pescadores a echar la red mar adentro y nos anima hoy, dos mil años después, a trabajar con redes, esta vez no en el lago de Galilea sino en las orillas de la vida. Las redes son hoy electrónicas y con un alcance infinito. Aquí en nuestra parroquia estamos trabajando en nuestro website que pronto estará disponible, de momento hay un pequeño adelanto. Esta columna –The Pastor’s bench- se puede ya consultar en la red. Basta hacer click en éste link: http://thepastorsbench.blogspot.com Que la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, nos ayude a hacer buen uso de los medios de comunicación, y que sean muchos los que puedan decir: “La primera vez que oí hablar de Cristo fue en Internet y así comenzó la historia de mi fe y mi cariño por la Iglesia católica”. Fr. Agustín, Pastor

sábado, 11 de septiembre de 2010

Feast of the Exaltation of the Holy Cross

My brothers and sisters in Christ, next Tuesday (9/14) we will celebrate the Feast of the Exaltation of the Cross (or Triumph of the Cross), a liturgical feats in which we honor the Holy Cross by which Christ redeemed the world. The public veneration of the Cross of Christ originated in the fourth century, according to early accounts. The miraculous discovery of the cross on September 14, 326, by Saint Helen, mother of Constantine, while she was on a pilgrimage to Jerusalem, is the origin of the  tradition of celebrating the Feast of the Exaltation of the Cross on this date. Constantine later built the Church of the Holy Sepulchre on the site of her discovery of the cross. In the Western Church the feast came into prominence in the seventh century — after 629, when the Byzantine emperor Heraclitus restored the Holy Cross to Jerusalem, after defeating the Persians who had stolen it. Christians exalt (raise on high) the Cross of Christ as the instrument of our salvation. Adoration of the Cross is, thus, adoration of Jesus Christ, the God Man, who suffered and died on this Roman instrument of torture for our redemption from sin and death. The cross represents the One Sacrifice by which Jesus, obedient even unto death, accomplished our salvation. The cross is a symbolic summary of the Passion, Crucifixion and Resurrection of Christ — all in one image. The Cross — because of what it represents — is the most potent and universal symbol of the Christian faith. It has inspired both liturgical and private devotions: for example, the Sign of the Cross, which is an invocation of the Holy Trinity; the “little” Sign of the Cross on head, lips and heart at the reading of the Gospel; praying the Stations (or Way) of the Cross; and the Veneration of the Cross by the faithful on Good Friday by kissing the feet of the image of Our Savior crucified. Placing a crucifix (the cross with an image of Christ’s body upon it) in churches and homes, in classrooms of Catholic schools and in other Catholic institutions, or wearing this image on our persons, is a constant reminder — and witness — of Christ’s ultimate triumph, His victory over sin and death through His suffering and dying on the Cross. We remember Our Lord’s words, “He who does not take up his cross and follow me is not worthy of me. He who finds his life will lose it, and he who loses his life for my sake shall find it”[1]. Meditating on these words we unite ourselves — our souls and bodies — with His obedience and His sacrifice; and we rejoice in this inestimable gift through which we have the hope of salvation and the glory of everlasting life. Let us reflect on these ideas during the following days, and this Sunday let us lift our hearts in thanksgiving, saying: We adore thee, O Christ, and we bless thee, for by thy cross thou hast redeemed the world. Fr. Agustin, Pastor.


[1] Mt 10:38,39

Memoria de Nuestra Señora de los Dolores


Mis queridos hermanos y hermanas, el próximo martes 14 de septiembre celebraremos con la liturgia de la Iglesia la hermosa y entrañable fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Al día siguiente celebraremos la fiesta de la Nuestra Señora de los Dolores. En ambas celebraciones recordamos los sufrimientos por los que María pasó a lo largo de su vida por haber aceptado ser la Madre del Salvador. Ese día acompañamos a la Virgen santísima en su experiencia de profundo dolor, el dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado por los apóstoles, flagelado, coronado con espinas, escupido, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el Calvario donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.  La fiesta nos ayuda a no olvidar que la Virgen saca su fortaleza del silencio y la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor. Es ella, María, quien, con su compañía, su fortaleza y su fe, nos da fuerza en los momentos de dolor, en los sufrimientos diarios. En éste mes de Septiembre en que la liturgia nos presenta a Jesús en la cruz y a su Madre al pie, pidamos con fe y confianza la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de Ella y comprender que, en el dolor, somos más parecidos a Cristo y somos capaces de amarlo con mayor intensidad.  La Virgen Dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos. Algunos dirán que Dios no es bueno porque permite el dolor y el sufrimiento en las personas. El sufrimiento humano es parte de la naturaleza del hombre, es algo inevitable en la vida, y Jesús nos ha enseñado, con su propio sufrimiento, que el dolor tiene valor de salvación. Lo importante es el sentido que nosotros le demos. Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por la salvación de las almas.

Pidamos también a lo largo de éstos días la paz y la armonía para nuestro México querido tan golpeado por la violencia y la tragedia. En familia  y con el Santo Rosario, pidamos confiadamente la paz para los gobernantes y ciudadanos, paz para la  Iglesia y para toda la sociedad, paz que debemos empezar a construir en nuestros corazones y en nuestros hogares a través de la oración y del amor por la Eucaristía y la Santísima Virgen Fr. Agustín, párroco.